Con una larga trayectoria de más de 15 años albergando eventos de todos los géneros posibles, el Black Box es sin duda un referente de la escena musical en Tijuana y su contribución ha sido fundamental también para el posicionamiento de la ciudad como una plaza importante para la industria en el país y del otro lado de la frontera.

La relevancia de este espacio radica en el hecho de que sus puertas se han abierto de igual manera para bandas emergentes de la ciudad, como para músicos de talla internacional, y en su concepción inicial la premisa siempre ha sido el ser un lugar digno tanto para los artistas como para el público.

Enrique Von Borstel, director de Black Box, compartió en entrevista con San Diego Red que durante todos estos años habían buscado ser ese referente para la ciudad, y que también fuera un lugar a donde los artistas quisieran llegar a mostrar su música, proceso que ha logrado materializarse.

Un espacio necesario

Si bien, en la ciudad ya había espacios en donde se llevaban a cabo conciertos de manera frecuente como el desaparecido Toreo y el Auditorio Municipal, el también presidente de Bulldog Productions refirió que “estos no fueron diseñados para una experiencia musical”, por lo que “a Tijuana le hacía falta un lugar especializado”.

Sobre todo, dijo, considerando que “aquí el público tiene un paladar musical muy exigente por toda la influencia que históricamente se ha tenido con la música que llega de Estados Unidos y donde ya no le apantallas muy fácil”, por lo que señaló:

Como que se les olvidaba esa parte y esta es una zona en donde necesitas, como promotor, estar pendiente de poderles crear a los fans un ambiente a la altura de lo que ellos están acostumbrados a consumir y pagar por ver. Siempre he tenido claro ese aspecto, pues el pagar un boleto automáticamente te hace merecedor de tener cierta calidad y esperarla en muchos frentes, desde el recinto, la acústica, la atención al cliente y una experiencia que conforma muchas acciones.

"Rock en Español", el detonante

La anécdota que nos contó Enrique sobre cómo pasó de ser un fan que solía ir a gran parte de los conciertos, principalmente en San Diego, a ser uno de los promotores más destacados de la región, es que fue meramente circunstancial y “por pura curiosidad”, gracias a unos amigos suyos que se dedicaban a ello.

Pero justo le tocó en una época en la que en la frontera iba llegando un movimiento musical que hoy conocemos como el ‘Rock en Español’, que ya era un boom en el centro del país, esa época que empieza a detonar con bandas como Maldita Vecindad, Caifanes, Café Tacvba y toda una generación de bandas mexicanas mezcladas con sudamericanas y europeas de habla hispana.

Resaltó:

Ese fue mi detonante, aproveché ese momento en el tiempo para este negocio y me di cuenta de que era lo que me gustaba hacer y lo que quería hacer el resto de mi vida, porque me nutría mucho y me llamaba mucho la atención ver el reflejo de mi trabajo a muy corto tiempo, el ver mi fracaso o mi éxito en un escenario.

De esta manera se fue involucrando en diversos proyectos y producciones, pero su gran reto antes de el Black Box, fue haber trabajado en la transformación del Jai Alai a lo que es hoy en día el Foro, en donde estuvo nueve años.

Fue un proyecto que me costó mucho sudor, llanto y tiene mucho de mi juventud ahí depositada para lograr gestarlo, tuvieron que pasar casi cinco años para establecer su posicionamiento, y ahí logramos llevar artistas como Luis Miguel, Morrisey, Gustavo Cerati y significó “una gran escuela para mí

Actualmente para Enrique, el Black Box sigue siendo otra gran escuela, “una especie de laboratorio de experimentos excelente, en donde yo logro conocer artistas, proyectos nuevos que están transitando por el país y la región y he tenido la fortuna de tener una introspectiva a ese desarrollo de estos artistas que hoy en día son monstruos en la industria”.

Tijuana, una ciudad fundamental para los artistas

Enrique también compartió que en su experiencia de más de 30 años haciendo eventos en la región, ha sido como ir en un tobogán donde ha pasado de todo, una de ellas, ver cómo la escena musical ha evolucionado, pero sin dejar de lado la euforia y el interés genuino por ir a un concierto y ver una banda, lo cual hace a Tijuana una plaza diferente”.

Venir a Tijuana es por sí solo algo muy diferente a otras plazas, tiene que ver con que el público es muy exigente, como lo habíamos mencionado; hay artistas que son mega estrellas en otros lugares y aquí no han logrado llenar el Black Box.

“Hoy en día es muy importante para un artista el poner a Tijuana en su lista de ciudades donde han tocado, porque esta ciudad sí es muy importante por todo lo bueno y todo lo malo. Por mucho tiempo perdíamos contra San Diego, era el límite hasta donde las bandas podían y querían llegar, hoy Tijuana ya juega una opción más para ellos y así hemos logrado poner en nuestro calendario cosas únicas que no se van a repetir nunca”, apuntó.

Enrique finalmente señaló que, aunque sabe que poco a poco se le va terminando su tiempo profesional, porque ya se visualiza haciendo otras cosas, se siente satisfecho y afortunado de ser parte de esta evolución y consolidación que ha tenido Tijuana a lo largo de estos años.

“Qué bueno que me tocó vivirla, ahora que mi hijo está tomando más responsabilidad, es quien se va a quedar al frente de este proyecto del Bulldog y el Black Box, porque yo en algún momento voy a saber que ya cumplí mi ciclo y prefiero irme en un momento en el que dejaré un cimiento importante para que alguien más construya sobre él”, puntualizó.