Los restos de un enorme mastodonte perteneciente a la época cuaternaria fueron desenterrados en Tijuana hace más de 5 décadas. Este hallazgo prehistórico supuso en ese entonces uno de los descubrimientos científicos más importantes de Baja California.
Corría el año de 1968 cuando el constructor Alberto Martínez encontró una serie de restos fósiles con una máquina excavadora mientras erigía una brecha para comunicar un fraccionamiento con la playa de San Antonio de los Buenos.
Entre los huesos se encontraban los de un enorme mastodonte de 3 metros de alto por 6 metros de ancho, así como los pertenecientes a caballos, tapires y otras bestias de la era.
Ahora este relevante hallazgo será dado a conocer próximamente en una exhibición del Museo de Historia de Tijuana, quienes preparan la restauración de la osamenta.
Por muchos años el fósil estuvo en resguardo de la Facultad de Ciencias Marinas de la UABC en Ensenada, por lo que el Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMAC) gestionó su regreso a Tijuana para alojarlo debidamente. En aquel entonces, el presidente municipal Francisco López Gutiérrez encomendó al profesor Rubén Vizcaíno Valencia la recuperación de los fósiles, tarea que realizó en coordinación con la UABC.
Poco después, el 21 de agosto de 1968 quedó conformado el Patronato de Fomento de Investigación Científica del cual fue el presidente el médico tijuanense José M. Balcazar, presidente del Club Rotario de Tijuana, así como el profesor Rubén Vizcaíno, director de Acción Cívica y Cultural del municipio.
Al hallazgo contribuyeron los oceanólogos: Katsuo Nishikawa, José Ramón Luna, Luis Gustavo Álvarez, Gilberto Flores, Rafael Hernández, Mario Reyes y el ingeniero Gabriel Ferrer del Villar. El mastodonte de Tijuana vivió hace 30 o 40 mil años y llegó a pesar aproximadamente 7 toneladas.
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