A pesar de que los síntomas de Covid-19 no afectan tanto a los infantes a comparación de los adultos, esta pandemia ha aumentando los problemas de salud mental de niños, ocasionando deserción académica y estrés, dañando así el bienestar de toda una generación.
Actualmente, más de 800 millones de niños y jóvenes no asisten a la escuela debido a las suspensiones que tienen el fin de evitar el brote de coronavirus; alrededor del mundo, los niños dependen de programas escolares para obtener servicios básicos como el alimento y la nutrición, el confinamiento no permite esta asistencia que es necesaria para el desarrollo y crecimiento del infante.
Asimismo, las escuelas son espacios seguros donde se les protege de cualquier abuso y violencia; en paises en vías de desarrollo las consecuencias aumentan, siendo los niños posibles victimas de matrimonios infantiles y violencia sexual.
También nos enfrentamos a que no hay un tiempo definido para que la enfermedad se erradique o se controle, por lo que millones de niños a la espera de reanudar sus estudios o ante la necesidad de trabajar, aumenta el riesgo del abandono escolar.
Otro factor es el estrés, muchas familias se han visto afectadas a nivel económico por la pandemia; familiares enfermos, aumento de costo de la atención médica y la pérdida de empleos aumenta la pobreza. Los niños, al ver a sus familiares preocupados por dichos problemas, comienzan a experimentar miedo y ansiedad, siendo riesgoso para su bienestar y desarrollo.
Además de estas causas, se encuentran las pérdidas importantes; desde que comenzó la cuarentena, la muerte de familiares y amigos se viven de cerca, muchos infantes necesitan de atención especial y ayuda profesional para poder lidiar con el duelo y el dolor.
La infancia se vuelve más vulnerable, el cierre de escuelas y los problemas dentro del núcleo familiar empeora la capacidad de proteger a los niños. La posibilidad de que una de las figuras importantes en la vida del infante enferme también es un factor de riesgo para que este sufra angustia.
Identifica los signos de alerta
Las señales de un malestar emocional, psicológico y social no son las mismas que en niños y jóvenes, pero presentan similitudes. A continuación te presentamos los síntomas más comunes según la Organización Healthy Children:
Niños pequeños (1 a 3 años o mayores)
Además de los problemas con su progreso en sus logros del desarrollo, el infante presenta irritabilidad y llantos más frecuentes con dificultad de consolarlo, así como problemas para conciliar el sueño y de alimentación; reflujo, estreñimiento y diarrea.
La ansiedad de separación o actitud retraída, los berrinches o la incapacidad de sentirse satisfecho son otros síntomas que se observan en los pequeños.
Niños mayores y adolescentes
Este puede desarrollar cambios en el estado de ánimo como desesperanza e ira, suelen alejarse de sus amistades, generando pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba, dificultades en el sueño, cambios de peso o patrones alimenticios.
Es común que se presenten problemas de memoria o concentración, desinterés en sus tareas escolares, poco esfuerzo académico, falta de higiene básica, consumo de alcohol y drogas y hasta pensamientos suicidas.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) exige a los Gobiernos y propone lo siguiente para evitar esta crisis para la generación de niños y jóvenes:
1.- Asegurar que todos los niños continúen con su educación, incluyendo en este principio el cierre de la brecha digital.
El cierre de escuelas en todo todo el mundo interrumpieron el aprendizaje de millones de estudiantes.
2.- Garantizar el acceso a los servicios de nutrición y salud, y hacer que las vacunas sean asequibles y estén disponibles para todos los menores.
Los sistemas alimentarios y de salud colapsan por el coronavirus, en un futuro cercano se estaría viviendo una crisis de supervivencia infantil.
Será de suma importancia ofrecer terapias para el proceso de interacción con el entorno del niño después de una pandemia.
3.- Apoyar y proteger la salud mental de niños y jóvenes y poner fin al abuso, la violencia de género y la negligencia en la infancia.
La crisis de Covid-19 ha incitado casos de violencia, explotación y abuso, además del estrés que se ejerce sobre las familias en crisis.
4.- Aumentar el acceso al agua potable, el saneamiento y la higiene y abordar la degradación ambiental y el cambio climático.
El acceso al agua potable limita la capacidad de las personas para practicar medidas de higiene como lavarse las manos. Asimismo, es posible que el coronavirus no haya sido causado directamente por el cambio climático, pero existen fuertes vínculos que apuntan a la degradación ambiental como un factor de riesgo.
5.- Revertir el aumento de la pobreza infantil y garantizar una recuperación inclusiva para todos.
La crisis económica causada por la pandemia amenaza con perjudicar más a los niños, se espera que el número de niños que viven por debajo del promedio de pobreza aumente en 140 millones para fin de año.
6.- Redoblar los esfuerzos para proteger y apoyar a los niños y sus familias que viven en situaciones de conflicto, desastre y desplazamiento.
El Covid-19 ha agravado la situación de los niños migrantes, desplazados y refugiados, así como de los que viven en países afectados por crisis, ya sea como resultado de un conflicto activo o de nuevas restricciones pandémicas, cada vez es más difícil llegar a los niños más vulnerables con servicios esenciales que salvan vidas.
Comentarios
Facebook
SanDiegoRed
Nuevos
Mejores