Ruanda es considerado un país ejemplar respecto a las medidas de prohibición de bolsas de plástico que implementaron desde 2008.
Esto, porque el desecho de este material afectaba su principal fuente de ingresos: la ganadería.
Los animales se ahorcaban con ellos afectando la producción del campo.
Los castigos que implementa el país africano a aquellos que continúan usando, manufacturado o exportando distintos tipos de materiales plásticos van desde una multa de 365 mil pesos y una disculpa pública, hasta ir a prisión por 4 años.
Sin embargo, esto parece no detener a muchos. Han formado grupos ilegales que trafican bolsas de plástico. La policía ha detenido a varios en el aeropuerto que intentan meterlas al país.
Tras la estricta prohibición, supermercados y otros comercios lo sustituyeron por bolsas resistentes y reutilizables.
Ruanda ha servido como ejemplo para otras ciudades del mundo, uniéndose también a esta iniciativa. Tijuana acaba de hacerlo hace unos meses, por lo que comercios dejaron de dar bolsas, incluso hasta sobreruedas.
Con información de The New York Times
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ariday.ortega@sandiegored.com
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