Este 3 de octubre se conmemoran 52 años sobre el juicio contra el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon,sobre el escándalo Watergate. En todo este escándalo, destaca la labor periodística realizada por Bob Woodward y Carl Bernstein. Sus investigaciones fueron publicadas en el The Washington Post, este trabajo no sólo reveló la corrupción en el corazón del gobierno de Richard Nixon, sino que también sentó las bases para el periodismo investigativo moderno.
En 1972, tras un robo en la sede del Comité Nacional Demócrata, Woodward y Bernstein comenzaron a indagar en un caso que, a simple vista, parecía un simple acto delictivo. Sin embargo, su meticulosa investigación desenterró un entramado de espionaje, abuso de poder y encubrimientos que involucraron a altos funcionarios de la administración Nixon.
[El camino recorrido por Bob Woodward y Carl Bernstein /h2]
En un lapso de 4 meses de lo sucedido, dos periodistas de Washington Post fueron los encargados de desenmarañar todo este complejo caso, que como consecuencia principal obligó a la renuncia del entonces presidente, Richard Nixon. En una madrugada de un 18 de junio de 1972, cinco hombres fueron detenidos al ser atrapados en un plan elaborado para espiar las oficinas del Comité Nacional del Partido Demócrata, en Washington. Ese suceso en su entonces tuvo una cobertura limitada y poco foco de atención. Más adelante, se confirma que lo que parecían ser 5 simples ladrones, sino cinco agentes secretos empleados por el presidente con el fin de intervenir teléfonos y colocar micrófonos. La historia termina denominando a estos agentes como “ Los fontaneros” y también “hombres del presidente”.
Bob Woodward y Carl Bernstein entraron en esta historia cuando un joven Woodward va al juzgado para escuchar en directo la audiencia preliminar de los presuntos cinco "rateros", varios de ellos de Miami, que habían sido detenidos in fraganti en las oficinas del Partido Demócrata, en el edificio Watergate de la capital federal. El hecho que cautiva el interés de estos periodistas, fue cuando se enteran que dentro de los cinco detenidos se encontraba James W. McCord Jr, el consejero de seguridad de la CIA, y el se identificaba, junto con los otros cuatro detenidos, como anticomunistas de profesión.
El interés por investigar de los periodistas de The Washington Post crece aún más cuando dentro de los títulos de James W. McCord Jr, era el coordinador de seguridad del Comité para la Reelección del Presidente en la campaña electoral. Con este conocimiento se empezaron a entrelazar conexiones entre los detenidos y el presidente Nixon.
Durante su investigación sobre el escándalo de Watergate, Carl Bernstein se centró en desentrañar la conexión entre el robo en la sede del Partido Demócrata y una red más amplia de operativos políticos, algunos de los cuales estaban relacionados con Miami. Bernstein descubrió que varios de los involucrados en el robo tenían vínculos con grupos políticos y financieros en Miami, así como con la comunidad cubanoamericana. A través de entrevistas y la revisión de documentos, identificó conexiones que implican a exiliados cubanos y a la financiación de actividades ilegales, lo que ayudó a revelar un esquema más amplio de espionaje y sabotaje político.
Esta línea de investigación fue crucial, ya que no solo mostró la complejidad del escándalo de Watergate, sino que también subrayó cómo la política nacional estaba influenciada por factores regionales y por la dinámica de la Guerra Fría. Su trabajo no solo condujo a la renuncia de Nixon en 1974, sino que también sentó las bases para su libro, Todos los hombres del presidente, donde relatan detalladamente el proceso de investigación y la importancia del periodismo en la democracia.
[h2]Adaptación cinematográfica de Todos los hombres del presidente
Este suceso único dentro de la historia estadounidense fue llevado a la pantalla grande, en 1976 de la mano del director Alan J. Pakula, y de protagonistas a estrellas como Robert Redford y Dustin Hoffman. Tuvo un éxito en taquilla y crítica, y se consolidó con 4 premios de la Academia, dentro de los que se encontraba mejor actor secundario (Jason Robards), A la mejor dirección de arte, al mejor sonido, y al mejor guión.
Esta película es considerada un clásico de las historias biopic y del mundo del periodismo por ser trascendental en su desarrollo de temas como el poder, la ética y la responsabilidad de los medios en una democracia. También destacan la actuación de Dustin Hoffman y Robert Redford, pilares que fueron clave en el éxito del film. Ambos actores encarnan a los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein con una autenticidad que capturan la esencia de su dedicación y perseverancia. Sus personajes se convierten en símbolos de la búsqueda de la verdad en un contexto de desconfianza y corrupción.
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