En octubre del 2003, en Kenia, en la ciudad de Eldoret, un hombre de 84 años tocó a la puerta de la escuela primaria Kapkenduiywo para inscribirse en el siguiente ciclo escolar.
Kimani N’gan’ga Maruge, un veterano del movimiento independentista de la tribu Mau Mau, que lucharon en contra del dominio de la Corona Británica, había decidido iniciar por vez primera sus estudios, aprovechando la nueva ley de Kenia que ofrecía estudios gratuitos en las escuelas primarias de dicha región.
El hecho de que un hombre al final de sus días decida iniciar sus estudios primarios no pasó desapercibido y en un primer momento fue un obstáculo. Jane Obinchu, directora de dicha escuela, no tomó en serio el deseo de Kimani. Para deshacerse de él, le pidió que regresara en enero del año siguiente, convencida de que con eso, el veterano de guerra desistiría de su interés. Kimani, sin embargo, regresó tal como se lo había indicado la directora, vestido de escolar, con libros y un lápiz en la bolsa.
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Cansada de la necedad de aquel viejo, decidió hablar con él de frente; cuando fue el momento de escucharlo, la razón por el deseo de estudiar cambiaron la postura de la directora.
Cierto día, Kimani había ido a la iglesia. Cuando el predicador hablaba sobre la doctrina de Cristo, sintió de repente que el joven predicador mentía y en señal de protesta, salió del templo.
Kimani asegura que en su camino de regreso a casa, al borde de la carretera, tuvo una visión en donde le decían que tenía que aprender a leer para poder consultar por sí mismo lo que decía la biblia. Una vez que la directora escuchó la historia decidió aceptarlo. Así fue como a los 84 años, Kimani se convirtió en estudiante.
Las dificultades pronto se presentaron. Padres de familia protestaron argumentando que un hombre de esa edad no debía ocupar un espacio destinado para los niños. Los maestros de la escuela primaria atemorizados se arrinconaron, hasta que los propios estudiantes, con piedras en las manos, ahuyentaron a sus propios padres.
Las dificultades que tuvo que superar Kimani, unieron a la escuela primaria. Con el paso de los días, comenzó a unir sílabas hasta que pudo hilar oraciones y comprender su significado. Su primera lectura fue del libro de Juan, capítulo 3, versículo 16 lo hizo llorar. La verdadera riqueza es ser educado, llegó a decir.
Su historia lo llevó hasta los Estados Unidos, en donde habló sobre su experiencia en y su deseo de que todos los niños de Kenia puedan acceder a la educación.
Murió en el 2009, a la edad de 89 años. Un año después de su muerte, una partera keniana de 85 años iniciaba por primera vez sus estudios primarios.
Casi 20 años después, la historia de este hombre sigue inspirando tanto a jóvenes como a adultos.
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