Dada la reciente problemática tras el deslave parcial de la carretera hacia Playas de Tijuana a orillas del Cañón del Matadero, es de destacar que dicho tramo, que funge como prolongación de la Calle Segunda, fue construido con relleno entre 1959 y 1960.
Durante la gestión de los gobernadores Braulio Maldonado y Eligio Esquivel, la empresa recién fundada, Urbanizadora de Tijuana S.A., abrió una brecha dinamitando los cerros adjuntos al acantilado, utilizando la tierra y las piedras obtenidas para hacer un terraplén improvisado que elevó la topografía y conectó artificialmente a la ciudad con Playas de Tijuana. Previamente el acceso a la zona costera era a través de senderos accidentados o por medio de un trayecto que tomaba de dos a tres horas viniendo desde Rosarito.
Los cambios que trajo la recién inaugurada vía de comunicación afectarían drásticamente la morfología del paisaje, aunado a un crecimiento urbano y económico de las décadas posteriores donde proliferaron nuevas colonias.
La transformación del valle que incluyó la canalización del Río Tijuana y la construcción del muro fronterizo con Estados Unidos alteró el ecosistema y fomentó la pérdida de hábitat para la flora y la fauna que conforman el estuario donde desemboca el Río Tijuana.
El impacto negativo en el ecosistema llevó a que algunas especies desaparecieran de la zona.
Esta sección carretera fue planeada a la par de la edificación de la Plaza Monumental en 1960, un proyecto del mayor médico veterinario José Salvador López Hurtado que tenía como fin atraer el turismo a la región. Tras 110 días de labores a cargo del ingeniero Jaime Sandoval y con la construcción de Raymundo Músquiz Ayala, se culminaría el famoso toreo el 26 de junio de 1960. Se le denominó monumental por estar hecha de concreto y por su capacidad para alojar a más de 10 mil espectadores. De esta forma se convirtió en unos de los inmuebles más emblemáticos de la ciudad y una de las pocas plazas taurinas en el mundo en ubicarse a un costado del mar.
Siendo propiedad por muchos años de la familia Vallejo y previamente una zona habitada por la comunidad Kumiai, lo que hoy conocemos como Playas de Tijuana fue parte de una sociedad comercial pactada con el licenciado Juan José Torres Landa quien conformó Urbanizadora de Tijuana S.A. en 1958 por medio de la cual surgirían nuevos fraccionamientos que le dieron auge a la región. Alrededor de 15 mil habitantes se beneficiaron del proyecto.
En esos años se usaron 400 mil metros cúbicos de relleno para ganarle terreno al mar y edificar comercios, incluso se construyó un antiguo malecón que con el paso de los años terminó barrido por el alto oleaje, al igual que locales que estaban asentados a la orilla.
Cuando inició la circulación hacia playas en 1961, el trayecto era una vialidad de tierra suelta; 10 años después, la carretera se había convertido en un suntuoso bulevar de 18 metros de anchura, con 8 metros de franjas de césped a cada lado y 32 lámparas de alta intensidad, “lo más moderno en iluminación de vías públicas”, según palabras del periódico “El Heraldo” que en ese entonces describió a la autopista hacia Playas de Tijuana como una “la arteria más hermosa y elegante que tiene la ciudad”. El artículo del 31 de marzo de 1971 invitaba a los tijuanenses a visitar el área con una cita atractiva: “Playas de Tijuana es la zona más hermosa, mejor planeada y más limpia de Tijuana, es en realidad el Tijuana del mañana”.
Por su parte, el Cañón del Matadero (mismo que obtuvo su nombre debido a que por muchos años ha sido tumba de migrantes que intentaban cruzar por ahí hacia la unión americana, así como una ruta de contrabando de personas y de drogas), es una zona ubicada a 10.9 kilómetros hacia el este del centro urbano de Tijuana, justo bajando de la loma de El Soler. En el mismo hay un túnel donde discurre naturalmente el agua proveniente de uno de los afluentes del Río Tijuana, pero la interrupción del cañón ha generado una serie de problemáticas que se han visto acentuadas con los cambios políticos y sociales propios de la frontera.
Exceso de basura, un deficiente sistema pluvial que lo deja propenso a inundaciones, casas arrasadas en época de lluvias y escurrimientos de la planta tratadora B-3 hacia el cañón son parte de las afectaciones que han venido arrastrándose a lo largo de los años.
Actualmente, con el cierre de uno de los carriles hacia Playas de Tijuana para reparar el socavón ocasionado por las lluvias recientes, el denso tráfico representa un conflicto de movilidad para la ciudad y particularmente para los habitantes de la zona, los cuales han reportado hasta una hora de espera para llegar a sus hogares, por lo que el ayuntamiento ha puesto en marcha un plan mientras se llevan a cabo las reparaciones que tardarán cuatro meses en completarse, de acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Territorial, Urbano y Ambiental (SDTUA). Esta semana las autoridades designaron un plan emergente con carriles y desvíos de tramos en contraflujo para desahogar el congestionamiento.
La solución a mediano plazo para un nuevo acceso hacia playas sería esperar a que se complete el proyecto del viaducto que conectará al Aeropuerto Internacional de Tijuana con el Cañón del Matadero. Este consiste en una inversión federal y proveniente de un fideicomiso aduanero que será de 12 mil millones de pesos. El tramo, que se proyecta como un segundo piso de 11 kilómetros de largo, pasará también por la aduana y la garita de San Ysidro, terminándose, según la Secretaría de Hacienda, en el 2025 y será construido por la Secretaría de la Defensa.
Comprender la geografía y la estructura de la zona es clave para gestionar eficazmente cualquier plan en el futuro, mientras la ciudad sigue creciendo al igual que sus retos.
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