A lo largo de los años, las películas de superhéroes han llenado de ilusiones a cientos de fanáticos hasta tal punto de querer ser como ellos. Sin embargo, existe el otro lado de la moneda; el lado de los villanos que, de cierta forma, justifica la presencia de los mismos héroes. De estos personajes enigmáticos ¿qué es lo que dice la ciencia? ¿Cuál es la profundidad que habita en sus mentes?
Estos personajes suelen tener un momento determinante en sus vidas —o arcos narrativos— en los cuales deberán tomar una decisión trascendental: ir contra los lineamientos que hasta ese momento marcaban su existencia o realizar una gran inflexión en estos para alcanzar un estado de virtud sólo reservado para los héroes.
Más allá de poseer gran fuerza mental, estos personajes poseen la capacidad de entrar en territorios vedados para los virtuosos, así como efectuar actos junto a villanos verdaderos para completar una misión, incluso si esto es sólo para beneficio propio.
La discrepancia primigenia entre los antihéroes y los héroes recae en el sentido de la justicia. Mientras que los segundos la entienden como un proceso complejo, que en ocasiones lleva tiempo o cooperación entre las dos partes involucradas, un antihéroe no dudará en hacer justicia por su propia mano. Es por esto que en ocasiones estará dispuesto y preparado para ir más allá de las fronteras éticas del héroe convencional. Si bien es cierto que pueden existir diferencias entre cada personaje, lo cierto es que su terreno de acción es moralmente ambiguo y abarca un gran terreno.
Estos atributos pueden llegar a reflejar una humanidad en mejor medida que algunos superhéroes, incluso cuando se trata de los segmentos más oscuros del alma humana.
Sus figuras, a la par que las de los superhéroes, se encuentran ligadas a contenido político inherente. Estos representan una tajante ruptura con los sistemas socio-políticos dominantes de tal forma que sus fuertes acciones disruptivas los colocan como agentes de caos en escenarios que frecuentemente se encuentran al límite.
Muchos de estos a menudo se encuentran en un viaje de aprendizaje. Según los preceptos del Bildungsroman, el personaje atraviesa un desarrollo ético, moral, psicológico y social. Sin embargo, estos nunca alcanzarán un punto de no retorno entre su ethos, pathos y logos, pues estos se mantendrán anclados a sus convicciones y provecho.
La psicóloga Laura Crysel señala que dentro del antihéroe existe una Triada Oscura de rasgos de personalidad, esta se compone por el narcisismo, la psicopatía, y el maquiavelismo. Ella también apela a que estos rasgos se encuentran —en menor y mayor medida— dentro de las personas que nos rodean, por lo que sería entonces factible que para las audiencias sea más fácil de conectar con estos personajes que lo que se podría imaginar.
Su investigación la lleva a concluir que la razón por la que hoy en día muchos de estos rasgos psicológicos resultan altamente reconocibles para el consumidor de productos de la cultura pop es porque estos poseen una alta probabilidad de surgir dentro de duros contextos socioeconómicos. Y, sin duda, nos encontramos sumergidos en una de las etapas de cambio social más significativas del nuevo milenio.
Así, la lectura que se le da antihéroe es la de la catarsis cultural, en donde los rasgos de la Triada Oscura sean una lectura incompleta de aquello que representa, pues se trata de un personaje que, por definición, se encuentra en estado de constante evolución.
Esta investigación también se aboca a la faceta histriónica del antihéroe, es decir, que gusta de ser visto y vislumbrado como ese agente anárquico en esplendor. Sin embargo, la autora también señala que estas conjeturas también deben analizarse desde una perspectiva atravesada por el género, pues las motivaciones y causales podrían resultar contradictoriamente opuestas.
Las autoras Sarah Hagelin y Gillian Silverman señalan en su libro, The New Female Antihero, el hecho de que esta ha experimentado un viaje intenso durante la última década. Su estudio identifica rasgos de personalidad que se acentúan con el cambio de género narrativo. Mientras en los dramas se nos suelen mostrar a asesinas ambiciosas, en la comedia son las egoístas antiaspirasionales que autosabotean su “final feliz”. Así, logran exponer que en el caso de antiheroínas, el rechazo a lo virtuoso recae primordialmente en el deber ser sociocultural.
Señalan también que muchos de estos rasgos son tomados como bandera por sus fans, pues, quizá en una mayor medida que sus contrapartes masculinas, su rechazo a la norma implica una mayor amenaza para el status quo social.
Cada una de las aristas en la configuración del antihéroe confluyen la faceta de la incertidumbre. Es decir, pese a la evidente carga de humanidad y familiaridad a la que puede apelar en la audiencia, también es cierto que que este oscila en la delgada línea de aquello con lo que podemos empatizar y aquello con lo que no.
En este sentido, el antihéroe invita permanentemente a una reflexión moral incesante, que permite al fan una introspección tanto por la vía de la empatía, así como de la repulsión.
Quizá sea este hecho el que justamente haga del antihéroe una figura tan fascinante y digna de análisis, pues aquello que la cultura pop exalta de él puede llegar a ser algo moralmente incorrecto respecto a los valores que el resto de la sociedad —incluyendo a los mismos fans—se precie de resguardar.
Una vez expuesto lo anterior, resulta evidente porqué las dos casas editoriales más grandes de cómics han decidido apostar por los antihéroes en sus adaptaciones cinematográficas. El primero en dar este paso fue DC, con sus cintas Escuadrón Suicida (2016) y El escuadrón suicida (2021). Pese a que estas tuvieron una recepción mixta tanto con crítica como con los fans —particularmente la primera entrega—, lo cierto es que también nos brindó alguno de los personajes más icónicos de esta nueva era en el DCEU, tales como Harley Quinn y Peacemaker.
Por su parte, Marvel ha anunciado recientemente la formación de su próximo equipo de antihéroes, los Thunderbolts. Este arco se ha tejido lentamente dentro de las series del MCU en Disney+, y contará con la participación estelar de Yelena Belova. Y es que para Marvel no pasó inadvertido el nicho de mercado de este tipo de personajes, así como la respuesta del público más casual a ellos. Quizá con la idea de no tropezar con la misma piedra que DC, ha procurado crear un equipo de personajes con los que su público estuviera previamente familiarizados, a la par que—tal como se espera—, sus tramas se encuentren conectadas de alguna manera al macro arco en la siguiente fase del MCU. Pese a ahora contar con un éxito garantizado con las historias de antihéroes con Deadpool, aún queda por constatar cómo estas historias se ajustarán a las normativas de Disney.
Con esta idea en mente, Marvel nos presentó a Namor, el hombre submarino, interpretado por Tenoch Huerta en Pantera Negra: Wakanda por Siempre. Se trata de un personaje con una larga historia en el mundo de los cómics. Su primera aparición en bocetos data de 1939 —mismo año en que Batman realizó su debut—, pero sería hasta los inicios de la década de los años cuarenta, siendo su primera portada el #4 de Marvel Mystery Comics en el año de 1940.
Es considerado el primer mutante de la era moderna dentro de la mitología de Marvel Comics. De acuerdo al canon, este es un monarca, político, villano y héroe, quien se rehúsa a ser encasillado en la unidimensionalidad. En 1915 se estableció que sus padres eran un explorador polar estadounidense de nombre Leonard McKenzie y la princesa Fen de la Atlántida. Desde ese entonces dedicó su vida a cumplir con la ley de su reino, incluso si esto significaba cruzar la línea del bien, todo en con el objetivo de proteger a sus súbditos atlanteanos también conocidos como Homo mermanus, el planeta y el resto de los mutantes.
Además de poder la habilidad de respirar fuera y dentro del agua al ser un híbrido humano, su poder de volar se le atribuye en su totalidad al hecho de que es un mutante. Estas características y habilidades lo convierten en uno de los personajes más singulares de Marvel Comics, hecho que le ha generado un culto a su alrededor por parte de los fans más fieles a la editorial.
Pese a pertenecer a diferentes equipos de superhéroes, Imperius Rex invariablemente antepone la naturaleza divina de su posición —pues su derecho a gobernar ha sido designado por el dios Neptuno— frente a los intereses del resto de sus compañeros. Y es que el canon señala que la animadversión entre atlanteanos y terrícolas no es tema menor, por lo cual su carácter antagonista existe en él de origen.
Si bien es sabido que el MCU realizó cambios significativos en esta mitología, lo cierto es que las características esenciales del personaje permanecieron, e incluso, llegaron a verse potenciadas por la nueva cosmogonía mesoamericana —sobre todo la cultura maya.
A las capas de significado contenidas en la narrativa del antihéroe se le sumará la de la subalternidad, en relación al dominio sociopolítico entre sociedades hegemónicas y marginales, tema que Pantera Negra - 90% ha abordado ya con éxito superlativo. La segunda entrega estuvo cargada de una temática social a la altura de su predecesora.
El rayo implacable
Mucho antes de que los cómics colocaran a Black Adam como un antihéroe, este fue el principal villano de Shazam. Cuatro mil años atrás Shazam otorgó al joven noble Kahndaqi Aman su poder para salvar a su pueblo y vengar a su familia. Tras la batalla el joven imploró al mago compartir su poder con su tío moribundo, Adam. Sin embargo, pese a cumplir con la tarea de liberar a su pueblo, Kahndaq, Black Adam asesinó a su sobrino con el fin de no compartir su poder, a la par de capturar a los Siete Pecados y acabar con el Consejo de la Eternidad. Finalmente, el mago le haría frente y lo aprisionaría en una tumba.
Ya en nuestra era, el científico Thaddeus Sivana lo liberaría con lo cual este buscaría al Shazam de Billy Batson para cobrar venganza. Aunque Billy lo vencería con relativa facilidad, Black Adam más tarde sería resucitado por uno de sus adoradores, y desde ese momento se convirtió en un villano recurrente para Shazam y su familia.
A finales del siglo pasado, DC reinventaría al personaje con una personalidad mucho más matizada, aunque este conservaría su naturaleza feroz e implacable. De la misma manera, otras de las peculiaridades que permanecerían ligadas a Black Adam es el agravio que este siente ante el hecho de que un “simple niño” sea capaz de vencerlo en combate.
Eventualmente se uniría a la Justice Society of America, pero nunca dejaría en segundo plano su labor como protector de Kahndaq.
La naturaleza de sus poderes los hace muy similares a los de Shazam, sin embargo, sus personalidades han permeado en la evolución de estos. Black Adam cuenta con el don de la inmortalidad, la capacidad de volar, así como fuerza, resistencia, percepciones e intelecto mejorados mágicamente. También posee teletransportación y la capacidad de sanar rápidamente o sanar a otros.
Black Adam es, en esencia, un juez y verdugo, con un sentido de justicia muy diferente al resto de los integrantes de los equipos Justice de DC. Estos atributos cobrarán especial importancia en el inminente estreno de la cinta homónima del antihéroe. Las especulaciones en torno al rumbo que podría retomar el DCEU de momento se encuentran íntimamente ligadas al personaje y justamente a esta interpretación de la justicia.
Estos juicios y encrucijadas morales parecen tener un futuro brillante en el universo de las adaptaciones comiqueras, donde las audiencias dictará su rumbo y repercusiones.
Nota original de Tomatazos.
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