El presidente López Obrador ha negado, durante la Conferencia Nacional del día de hoy, que haya utilizado a la Secretaría de la Defensa Nacional como herramienta de espionaje, a pesar de que las pruebas advierten lo contrario.

El presidente se ha defendido de los cuestionamientos que recibió durante la mañanera del día de hoy, cuando se le cuestionó sobre los resultados de una investigación realizada por distintas organizaciones, como lo son periódico Proceso, Aristegui Noticias, Animal Político y la Red en la Defensa de los Derechos Digitales, los cuales argumentan que a través del software Spyware Pegasus que adquirió la SEDENA el presidente ha espiado a periodistas y activistas a favor de los derechos humanos.

El presidente ha dicho, en defensa suya y de la SEDENA, que no es necesario investigar a tales periodistas, a los que considera sus adversarios, ya que en ningún momento han ocultado sus opiniones en contra de su persona y del proyecto de la cuarta transformación.

Al mismo tiempo, subrayó que la función de las fuerzas armadas de México no es la del espionaje, sino la de salvaguardar la seguridad nacional, lo cual no responde totalmente a la pregunta inicial de la conversación sobre el espionaje. Mencionó, por otra parte, que las estrategias de inteligencia sí se usan para el combate contra el crimen organizado.

Una vez más, aprovechó la oportunidad para referir que su gobierno no debe ser sometido a esa clase de sospechas porque “no son iguales” a los sexenios anteriores, que sí recurrían a prácticas ilegales en sus prácticas por saquear al país. Recordó momentos que durante sus cuatro años al frente de la república ha predicado sus tres principios de no robar, no mentir, y no traicionar al pueblo.

La administración de Obrador sigue sin poder apagar la tensa controversia que envuelve a las fuerzas armadas de México, que a pesar de la confianza que el presidente quiere imponer al país, las mismas acciones e ineptos resultados no posicionan al brazo derecho del presidente en buen estado.

Más aún, sus casi ridículas bases de seguridad, que han sido traspasadas y dejado en evidencia no solo en México, sino en un marco internacional, hacen que Obrador tenga que movilizar sus piezas para continuar con su idea de militarización.

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