En otro caso del laberinto de corrupción en la Secretaría de Bienestar de Baja California, funcionarios del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) son acusados por exservidores de la nación por expedir certificados de bachillerato apócrifos. "El dictamen del presidente a la no corrupción [...] fue una de las bases para la cuarta transformación", se lee en uno de los documentos que los demandantes presentan, pues las acciones de un compañero llamado José Alfredo Godínez Negrete, tales como la falsificación de documentos, abuso de poder y acoso laboral, no encajan con la premisa de un gobierno que todas las mañanas trae la esperanza a colación, acompañada de un bienestar que no existe y una anticorrupción imaginaria.

En las entretelas de este funcionario corrupto también encaja Evelin Sánchez, quien por la omisión o la complicidad debe ser destituida y juzgada por los organismos correspondientes. Los exservidores de la nación comentan que Evelin es quien en cada junta exhortaba a sus trabajadores a hacer su preparatoria abierta, poniéndole un énfasis a este nivel de educación, no primaria ni secundaria, pues el negocio estaba en la expedición de certificados de bachillerato. Fueron cuatro hombres quienes descubrieron el delito e inmediatamente lo reportaron con su delegado regional, Gilberto Herrera, quien termina de cerrar el triunvirato del descaro al resultarle indiferente la denuncia. Narciso, uno de los hombres que reportó a Godínez, compró un certificado para poder tener prueba tangible y denunciarlo formalmente, sin embargo, Gilberto siguió protegiendo a sus incondicionales, jactándose de su amistad con el presidente y el gobernador del Estado. En esta trama de (des)esperanza puede vislumbrarse la misma e inútil esfera de influencias, donde quienes ostentan cargos públicos salen a vanagloriarse de una vinculación con el órgano rector, de donde toda corrupción se desprende: Palacio Nacional.

Nayelli Lara Zariñana es una de las víctimas de los funcionarios de Morena, que en lugar de ponerse a trabajar con nobleza, humildad y honestidad para la población, tiñen todo con su estiércol y la ansia de un poder que los domina. En un momento que Nayelli enferma, su jefa Evelin fue incapaz de mostrarse sensible ante la situación, en cambio le acusó de ser una loca —los exservidores comentan que quien no acata sus órdenes pasa inmediatamente al manicomio, pues los agrede e insulta fabricándoles delitos, enfermedades mentales y situaciones que en su mundo merecen ser sancionadas—. Estamos ante una Secretaría de Bienestar que genera todo menos el ambiente propicio para que sus trabajadores estén bien. Siervos de la nación hoy renuevan sus vínculos con el Estado: mediante la esclavitud y la explotación.

Mientras tanto, Evelin Sánchez, en una reunión en El Chaparral, convoca a los servidores a armarse de abogados porque serán demandados por difamación. Los malos tratos parecen estar en una burbuja de lo imaginario según los victimarios, quienes gracias a las enseñanzas del actual Presidente de México, su dirigente nacional, actúan bajo la misma lógica: en el discurso algo, en los hechos otro.