“...los que luchan toda la vida. Esos son los imprescindibles.” Bertold Brecht.
No hay mejor forma de describir a aquellos que, pese a los tiempos de indiferencia y superficialidad social, de capitalismo gore, siguen atendiendo la realidad social la cual se presenta precaria.
En trabajo de campo, aquí, en Tijuana, me ha llevado a conocer niños que no saben que en su ciudad hay playa. En la zona considerada como El Este, jóvenes trabajadores que no rebasan los 30 años de edad aseguran no saber qué hay adentro del Centro Cultural Tijuana, de “esa bola bonita”.
Tijuana también presenta escenarios de marginación y exclusión y pobreza extrema. No lo vemos o no lo queremos reconocer cuando reducimos la ciudad a la Zona del Río o al Club Privado Campestre. En esta ciudad también existe el hambre.
Esta situación es exponencial al momento de tratar la situación de Baja California. La paradoja que mejor podemos traer es la del Valle de Guadalupe-Valle de San Quintín. Sintetizamos la imagen del Estado en la zona vitivinícola para presentar una cara amable y un tanto cosmopolita, refinada, europea y mediterránea con la que convencimos a los turistas primero y a nosotros mismos después de que tenemos una tierra que presumir.
La tenemos pero ¿a costa de qué? Paralelo al glamour de Guadalupe, está la pobreza y olvido de San Quintín. De las cavas y hoteles boutique transitamos, penosamente, a una realidad de enfermedad, analfabetismo y explotación laboral.
Los sociólogos del trabajo hablan de que en ese campo se vive una explotación imaginada sólo en relatos del México del siglo XIX. En San Quintín existe el trabajo infantil, el hambre y miseria propio de los salarios bajos, la violencia sexual en contra de las mujeres jornaleras migrantes e indígenas.
Esto se sabe en Baja California pero poco se atiende porque el imaginario del Estado se sintetiza al de las ciudades, al discurso del cosmopolitanismo de Tijuana, de la magia de Tecate, del atractivo turístico de Rosarito, del potencial que Mexicali tiene para convertirse en la alternativa a Silicon Valley pero ¿qué de la gente que es carne de cañón para que otros disfruten esas delicias artificiales y perecederas?
Recordemos que esta realidad social es la que llevó a la Presidencia de la República a Andrés Manuel López Obrador. El discurso de la Cuarta Transformación permeó hasta lo más profundo de ese México que sí quiere una nueva realidad.
Baja California merece y exige una transformación propia. ¿Será de la mano de los empresarios capitalistas rapaces o de los activistas, luchadores sociales o inversionistas que sí militan y reconocen esto desde la sensibilidad y solidaridad social?
Las encuestas y sondeos en redes sociales solo son una muestra de parte de las tendencias electorales, pero no lo son todo. En redes habemos internautas, en el campo, electores. Si alguien tiene experiencia en él, es Jaime Martínez Veloz.
La gente de Baja California asocia su figura a la del activismo y lucha social. Por eso el arquitecto ofrece en su campaña soluciones a los problemas del Estado porque ya lo conoce mientras los otros se limitan en estos momentos a sostener reuniones para apenas conocer. Veloz viene mientras los otros van.
La pirámide social es sostenida por sus bases, amplias y populares. De esa mayoría históricamente desdeñada es de la que siempre sale el triunfo del gobernante en turno. Sin embargo, solo le toma en cuenta durante la campaña. Al triunfar, se retira éste a construir negocios a costa de aquellos que prometió atender.
Veloz tiene 14 años trabajando, con cargo y sin él, por la gente. Eso es algo que nadie puede negar. Por eso es un imprescindible. Eso hará la diferencia en estas elecciones estatales. La gente lo quiere y le demuestra un cariño genuino.
Mientras unos gastan millones en espectaculares que son clausurados por no cumplir con la regulación requerida, la gente responde con cientos de cartulinas en sus puertas para que no quepa duda con quién sí se identifican.
Mientras uno va en avión privado, el otro, a pié, como deben hacerse las campañas. Más suelo, sudor y saliva y menos redes sociales. El triunfo saldrá del campo, de las calles, de la gente que se siente olvidada y traicionada.
editorial@sandiegored.com
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