El clásico animado de Disney los hizo llorar y la versión de Tim Burton también, la historia real en la que se basa es más trágica. Jumbo, el elefante que inspiró la película Dumbo , que ahora se estrena en cines con la visión del cineasta Tim Burton, vivió una vida muy dura.
Un documental de David Attenborough para la BBC (vía Daily Mail) cuenta la verdadera historia: nació en Abisinia (ahora Etíope) en 1860 y cuando tenía un año de edad fue capturado junto con un pariente (podría ser hermano o madre) y llevado a París. Cinco años más tarde fue vendido a un zoológico de Londres donde vivió por 16 años; él era la gran atracción en esa ciudad y niños y adultos se subieron a su espalda, incluyendo a personajes ilustres como Winston Churchill.
En la pubertad sufrió de ataques de violencia nocturna, que resultaron de un supuesto problema hormonal según decía el personal, pero estudiosos de los elefantes aseguraron que la verdadera razón era la dieta que llevaba en el zoológico, que no tenía nada que ver con lo que su organismo necesitaba y llevó a que sus dientes crecieran con malformaciones, que seguramente le provocaban mucho dolor. Luego, en 1882, fue vendido al circo de Phineas Taylor Barnum, que quizás les suene de El Gran Showman. Pese a que los elefantes africanos no se pueden amaestrar, su tamaño de 3,45 metros atrajo a millones de personas al circo durante los años que estuvo en él.
La trágica historia de Jumbo terminó con su muerte en Ontario, Canadá, donde un tren impactó con él. Barnum inventó una historia de que el elefante había muerto intentando proteger a uno más pequeño, pero lo cierto es que se comprobó que el tren lo impactó por atrás, probablemente mientras Jumbo intentaba subir a un vagón. El estudio demostró que su causa de muerte fue por sangrado interno. Se reveló que tenía malformaciones en sus huesos y sufría de mucho estrés, que fueron causados por esas veces que tuvo que soportar que la gente se subiera a su espalda.
Aunque ahora se usa un sistema de recompensa que es mucho menos dañino, afortunadamente son cada vez más los circos que prefieren no tener animales como atracciones.
Vía: Tomatazos.
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