En el año 2000 asistí por tres días a un retiro en las montañas del sur de California; el propósito era planear el año académico de la Universidad del sur de aquel estado, cuyo Centro de estudios auspiciaba un proyecto del que yo estaba a cargo. Para convivir, por las tardes, se llevaba a cabo una cena informal. En alguna de ellas, a manera de juego, cada uno de los presentes tuvo que mencionar el nombre de una celebridad, de cualquier faceta de la vida, que sin ningún motivo específico, particular y mucho menos justificado nos resultará molesto, o como coloquialmente se dice ¨nos cayera mal¨. Llegó mi turno y mencioné que el conductor y comediante, Bill Maher, me parecía antipático y que no era de mi agrado. Expliqué, sin tener tan claro el objetivo de la dinámica, que me caía mal porque al defender ideas muy distintas a las mías en el espectro político y moral, lo hacía siempre con sarcasmo y soberbia. Mis compañeros señalaron que en este caso sí había motivo por el cual no era de mi agrado y que, por lo tanto, no aplicaba a la dinámica. Tenían razón.

Hace algunas semanas me topé con un vídeo reciente del mismo Bill Maher. Es un extracto de alrededor de nueve minutos de uno de los capítulos de su programa en HBO. Luego de escucharlo, caí en cuenta que 23 años después de aquel retiro, sus opiniones y las mías sobre ciertos temas específicos, es más cercana que la que él guarda con quienes se identifican con la extrema izquierda. Más allá de los cambios y evoluciones que son normales después de 23 años, lo que llama la atención es que mi posición y la de Bill Maher, en el espectro político y cultural ha cambiado muy poco; yo sigo siendo “conservador” (si hay necesidad etiquetarse) y él sigue siendo “liberal” de izquierda. Ninguno de los dos se inclinó al utópico “centro”.

Con su estilo sarcástico y cómico, Maher, en esa intervención particular, busca en resumidas cuentas subrayar cómo el movimiento LGBT ha llevado demasiado lejos su agenda de imposición de ideas, incluso para un militante de la izquierda de toda la vida como él, agregando que no había algo incorrecto en cuestionar esas ideas. Su principal objeción se centró en los procedimientos de transición de género en menores y en los argumentos sin profundidad para justificar dichas acciones. En distintas ocasiones de la intervención, le habló directamente a ese colectivo, refiriendo que no todo giraba alrededor de ellos, que han llevado sus posturas a tales extremos de considerar que un hombre gay que no es lo suficientemente “hip” no puede formar parte del colectivo.

Inició su monólogo presentando una gráfica de la encuestadora Galup, en la cual se observaba que, aparentemente la población LGBT de los Estados Unidos cada generación estaba duplicándose. Según la encuesta solo el 1% de los estadounidenses nacidos antes de 1946 se identificaban con este grupo; el 2.6% de los baby boomers lo hacían; el 4.2% de la generación X; 10.5% de los millennials y 20.8% de la generación Z (la actual) se identificaba con el colectivo LGBT. Siguiendo esta tendencia, Maher dice: ¨todos seremos gay para el 2060¨. El público explotó de risa y aplaudió. Un público que se caracteriza por ser en su mayoría liberal. Ese primer comentario lo cerró con la idea de que, si bien parte en el alza en el número de personas que se identifican como LGBT es debido a que hay gente que hoy se siente lo suficientemente libre para decírselo a un encuestador, parte de ello también se debe a que existe un importante aspecto de ¨moda¨ o ¨tendencia¨ (trend) en ello. En palabras de Maher: ¨ Si no podemos admitir que en ciertos enclaves hay cierto nivel de moda (trendiness) por ser otra cosa que no sea heterosexual, entonces esta no es una discusión científicamente seria, es un golpe más utilizado en las guerras culturales utilizando a niños como carne de cañón.¨

En repetidas ocasiones Maher ha comentado que la extrema izquierda de los Estados Unidos lo ataca por no ser lo suficientemente progresista y lo acusa de haberse recorrido al centro, a lo que el comediante responde que él no se ha recorrido al centro, sino que un grupo de la izquierda se ha vuelto tan radical que él pareciera estar ya en el centro. Lo anterior es cierto. En esta ocasión Maher se enfocó en lo lejos que han llegado, inclusive en menores de edad, los procedimientos de transición de género. Pero lo cierto es que se puede hacer un argumento similar para otros temas, como pueden ser por ejemplo la libertad de expresión, o la exposición impositiva de ideologías a menores de edad sin el consentimiento de los padres. La radicalización y la búsqueda de imponer a toda costa agendas ha logrado acercar a polos que tradicionalmente estaban opuestos.

En algunos países europeos y más claramente en los Estados Unidos se está presentando una reacción seria a esta radicalización. En México y América Latina, estas tendencias tienen un desfase de algunos años, la radicalización de la izquierda y sumisión de instituciones a la misma, está tomando fuerza actualmente. Tal y como lo comenta el mismo Maher, cuestionar y disentir no son delitos, es parte fundamental en una sociedad sana y madura.

Maher finalizó su intervención con la siguiente idea: ¨ Si los niños supieran lo que quieren ser a los 8 años de edad, el mundo estaría lleno de vaqueros y princesas. Yo quería ser un pirata. Gracias a Dios nadie me tomó en serio y programó una operación para sacarme un ojo y cortarme una pierna. ¨

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