Al estilo de la propaganda nazi, Jaime Bonilla, como si tuviera la autoridad moral de haber sido un ejemplar estudiante, un abnegado servidor público, un honesto empresario de la comunicación o un ejemplar maestro universitario cuyos méritos académicos estuvieran fuera de toda duda, se atrevió a publicar una carta con todo y su fotografía, firmada como “ingeniero”, e impresa en los libros de texto de los estudiantes de bachillerato de Baja California.
Dado que la carta aludida fue firmada por el gobernador Bonilla como ingeniero, sería conveniente que a los estudiantes a quien les dirigió esa misiva les mostrara su título y cédula profesional, la cual, hasta ahora el gobernante no ha podido mostrar a la sociedad bajacaliforniana.
El acto en sí mismo es un bochornoso y primitivo ejemplo del culto a la personalidad, semejante a los que realizaban los dictadorzuelos que han asolado a la humanidad, desde Hitler en Alemania, hasta Leónidas Trujillo en la República Dominicana
¿Quién le recomendó semejante barbaridad a la gobernante Bonilla especialista en trinquetes, chayotes, moches y fraudes?
Quienes algún día estuvieron en la izquierda, y hoy cobran en la Secretaría de Educación, permitieron semejante atrocidad, para que Bonilla se metiera hasta las casas de las familias bajacalifornianas mediante una estrategia de propaganda política impresa en los libros de texto, que violenta los dispuesto en el artículo 134 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en donde se establece lo siguiente:
“La propaganda bajo cualquier modalidad de comunicación social, que difundan como tales, los Poderes Públicos, los Órganos autónomos, las Dependencias y Entidades de la Administración Pública y cualquier otro ente de los tres órdenes de Gobierno, deberá tener carácter institucional y fines informativos, educativos o de orientación social. En ningún caso esta propaganda incluirá nombres, imágenes, voces o símbolos que impliquen promoción personalizada de cualquier servidor público”
Un sujeto que ha hecho de la mentira su modo de vida, que se autonombra “Ingeniero Industrial” y de quien la Secretaría de Educación Pública ha informado que no existe registro alguno de su título o de su cédula profesional, hoy se atreve a firmar un mensaje hueco, dirigido a los estudiantes de Baja California para promover el color de su partido y su figura, en una pose que recuerda a la de dictadores como Hitler, Mussolini o Pinochet.
Al margen de las medidas jurídicas que se habrán de interponerse para rechazar e impugnar legalmente dicha actitud soberbia y abusiva, este hecho quedará como un sello de la vergüenza contra una sociedad agraviada, que, de ahora en adelante, no puede ni debe permitir se le falte al respeto de esa manera, ni de ninguna otra.
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