Colgada con una pinza de tender ropa, en su bolsita de plástico, se ofertaba con su hipil con punto de cruz en uno de los puestos de las mujeres artesanas de la zona de transición de Tulum.
Una pequeña de nueve años de edad la bautizó con su nombre, Azul. “Abuelita, a Barbie la vistieron de catrina, pero yo tengo a Azul, la primera muñeca quintanarroense, con todo y su hipil”, dijo la pequeña, orgullosa, con información de Quadratín.
Pero que Azul tenga una muñequita mestiza y sea feliz por jugar con ella, lleva implícito el sacrificio y décadas de trabajo de mujeres artesanas, con grandes esfuerzos por todo lo que tienen que pasar para poder comercializar sus productos y obtener un recurso que les permita apoyar su economía familiar.
Vía MVS
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