Tijuana era buscado por miles de turistas, cada semana, para disfrutar de espectáculos y diversiones que les eran prohibidos o que consideraban distintos a su cultura. La frontera representa esto también: una dialéctica del nosotros/otros.
En Tijuana podían tener un reflejo de la cultura latina que milenariamente se desarrolló a través del tiempo y de los múltiples procesos que este ha generado.
Uno de los más polémicos, hoy, es la tauromaquia. Tijuana se vestía de fiesta cada vez que había corrida de toros:
La imagen corresponde a uno de los primeros toreos de la ciudad. Como vemos, es una de esas fotografías que hemos dicho se comercializaban como postales en las tiendas de curios, tanto en la de Jorge Ibz como en la de Alejandro Savín.
La escena no debe rebasar el año de 1915 y el toreo, el que estuvo en pleno lecho del río Tijuana antes de que su lugar fuera tomado por el primer hipódromo, cosa que fue posible por su destrucción gracias las crecidas que cíclicamente reportó antes de ser canalizado.
Una locación original fue ésta, el río, aunque los documentos nos dicen que hubo otro en pleno centro de la ciudad así como al interior de lo que hoy conocemos como el Antiguo Palacio Municipal, sede del Instituto Municipal de Arte y Cultura, en el edificio que antecedió al mismo, el de la Tijuana Fair.
Tijuana fue formada por estas actividades. La tauromaquia fue parte de la derrama económica que permitió que esta localidad creciera y tomara la forma de lo que muchos consideran una metrópoli o metápoli transfronteriza.
editorial@sandiegored.com
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