El discurso de Tijuana está, históricamente hablando, en disputa. Y ésta es entre los dos relatos que han definido la narrativa de la ciudad. La Leyenda Negra vs. la Leyenda Blanca.

El primero es el metarrelato que ha prevalecido y desde el cual se ha definido a la ciudad como una localidad de miseria, disipación y vicio. Conocedores de esto, como Leobardo Sarabia, han dicho en otros espacios que Tijuana merece superar esa calumnia.

Por eso se ha buscado construir un contradiscurso y éste es el de una Leyenda Blanca.

Si la Leyenda Negra dice que Tijuana es perdición, la Leyenda Blanca dirá que es familia. Es decir: ambos están en franca oposición:

La primera imagen es una fotografía de un cantinero de Tijuana, la cual fue comercializada como tarjeta postal. De esta forma fue que el discurso de la Leyenda Negra dio la vuelta al mundo. Éstas postales eran los souvenirs a los que los turistas tenían acceso y por lo tanto, compartían entre familiares y amigos.

La narrativa fue traducida de la postal a la literatura y después, al cine.

En la segunda imagen, una de las que Nonaka tomó en esa Tijuana que historiadores como Gabriel Rivera han definido como "la de los verdaderos tijuanenses". Por su discurso, vemos lo diametralmente opuesto a la primera.

La segunda imagen también es de trabajadores migrantes, de los años de 1920, que buscan alfabetizarse en español e inglés para acceder a mejores y nuevas oportunidades de desarrollo personal.

Por ello hay que estudiar a la fotografía como tecnología de las narrativas de Tijuana. Por eso hablamos de historias contadas en imágenes para comprender mejor el devenir sociocultural de nuestra ciudad.

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